"...De la misma manera que tu cuerpo está hecho de células, tus sueños
están hechos de emociones. Existen dos fuentes principales para esas
emociones: una es el miedo y todas las emociones que surgen de él; la
otra es el amor y todas las emociones que emanan de él. Experimentamos
ambas emociones, pero, en la gente corriente, la que predomina es la
del miedo. Podría decirse que, en este mundo, el tipo normal de
relación está compuesta por un 95 por ciento de miedo y un 5 por
ciento de amor. Esto cambia según las personas, por supuesto, pero aun
cuando el miedo ocupe el 60 por ciento y el amor el 40 por ciento,
todavía seguirá basándose en el miedo.
Para comprender mejor estas emociones, describiré determinadas
características sobre el amor y sobre el miedo que yo denomino el
<<camino del amor>> y el <<camino del miedo>>. Estos dos caminos son
meros puntos de referencia para entender de qué modo vivimos nuestra
vida. El propósito de estas divisiones es facilitarle a la mente
lógica la comprensión para que, de este modo, intente obtener algún
control sobre las elecciones que hacemos. Veamos algunas de las
características del amor y del miedo.
En el amor no existen obligaciones. El miedo está lleno de
obligaciones. En el camino del miedo, la razón de cualquier cosa que
hagamos es que <<tenemos>> que hacerla y esperamos que otras personas
hagan algo por que <<tienen>> que hacerlo. Tenemos una olbigación y
tan pronto como <<tenemos>> que hacer algo, nos resistimos a hacerlo.
Cuanta más resistencia opongamos, más sufriremos. Más tarde o más
temprano intentamos escaparnos de nuestras obligaciones. Por otra
parte, el amor no tiene resistencias. Todo lo que hacemos es porque
queremos hacerlo. Se convierte en un placer; es como un juego y nos
divertimos con él.
El amor no tiene expectativas. El miedo está lleno de expectativas.
Cuando tenemos miedo, hacemos cosas porque suponemos que tenemos que
hacerlas y esperamos que los demás hagan lo mismo. Esa es la razón por
la que el miedo provoca dolor y el amor no. Esperamos algo, y si no
tiene lugar, nos sentimos heridos: no es justo. Culpamos a los demás
por no satisfacer nuestras expectativas. Cuando amamos no tenemos
expectativas; cuando hacemos algo es por que queremos y si los demás
lo hacen o no, es por que quieren o no quieren hacerlo y no nos lo
tomamos como algo personal. Cuando no esperamos que suceda nada, y no
sucede nada, no nos llama la atención. No nos sentimos heridos porque,
suceda lo que suceda, está bien. Esta es la razón por la que, cuanto
estamos enamorados, las cosas apenas nos duelen; no esperamos nada de
nuestro amante y no tenemos obligaciones.
El amor se basa en el respeto. El miedo no respeta nada, ni tan
siquiera se respeta a sí mismo. Desde el momento que yo siento lástima
por ti, dejo de respetarte, porque creo que no eres capaz de hacer tus
propias elecciones. Y cuando empiezo a hacer las elecciones por ti, te
pierdo el respeto del todo. Entonces, como no te respeto intento
controlarte. Para poner un ejemplo, podríamos decir que la mayoría de
las veces en las que les decimos a nuestros hijos cómo deben vivir su
vida, es porque no los respetamos. Sentimos lástima de ellos e
intentamos hacer lo que deberían hacer por sí mismos. Por otro lado,
cuando yo no me respeto a mí mismo, siento lástima de mí mismo, pienso
que no soy lo bastante bueno para desenvolverme en este mundo. Pero
¿cómo puedes saber una cosa así si no te respetas a ti mismo, si no
dejas de decirte: <<Pobre de mí, no soy lo suficientemente fuerte, no
soy lo suficientemente inteligente, no soy lo suficientemente guapo,
no puedo hacerlo>>? La autocompasión proviene de la falta de respeto.
El amor no tiene piedad; no siente lástima por nadie, pero tiene
compasión. El miedo está lleno de pena, siente lástima por todos. Tú
sientes lástima por mí cuando no me respetas, cuando piensas que no
soy lo bastante fuerte para desenvolverme por mí mismo. Por el
contrario, el amor respeta. Te amo, sé que puedes hacerlo. Sé que eres
lo suficientemente fuerte, lo suficientemente inteligente, y estás lo
suficientemente capacitado para hacer tus propias elecciones. Yo no
tengo que hacerlo por ti. Tú puedes conseguirlo. Si te caes, te
tenderé la mano, te ayudaré a levantarte. Te diré: <<Puedes hacerlo,
adelante>>. Eso es compasión, pero tener compasión proviene del
respeto y del amor; el sentimiento de lástima proviene de la falta de
respeto y del miedo.
El amor es totalmente responsable. El miedo evita la
responsabilidad, aunque esto no significa que no sea responsable. El
intento de evitar la responsabilidad es uno de los errores más grandes
que cometemos, porque cada acción tiene una consecuencia. Todo lo que
pensamos, todo lo que hacemos, tiene una consecuencia. Si hacemos una
elección, obtenemos un resultado o una reacción. Si no la hacemos,
también obtenemos un resultado o una reacción. De un modo u otro
siempre experimentamos las consecuencias de nuestras acciones. Esta es
la razón por la cual todo ser humano es totalmente resposnable de sus
actos, aunque no quiera serlo, ya que aun cuando otras personas
intenten pagar por sus errores, al final acaba pagando por ellos, y en
esas ocasiones, el doble. Cuando otras personas intentan hacerse
responsable de ti sólo consiguen aumentar el drama.
El amor es siempre amable. El miedo es siempre rudo. Con el miedo
nos llenamos de obligaciones, de expectativas, perdemos el respeto,
evitamos la responsabilidad y sentimos lástima. ¿Cómo podemos
sentirnos bien cuando el miedo nos hace sufrir tanto? Nos sentimos
víctimas por todo, enfadados o tristes, celosos o traicionados.
El enfado no es otra cosa que el miedo cubierto con una máscara. La
tristeza también es el miedo cubierto con una máscara. Y con todas
esas emociones que provienen del miedo, y que nos causan sufrimiento,
únicamente somos capaces de fingir la amabilidad. No somos amables
porque no nos sentimos bien, y tampoco somos felices. Si estás en el
camino del amor, no tienes obligaciones, no tienes expectativas. No
sientes lástima de ti mismo ni de tu pareja. Todo te va bien y esa es
la razón por que siempre hay una sonrisa dibujada en tu rostro. Te
sientes bien contigo mismo, y como eres feliz, eres amable. El amor
siempre es amable y esa amabilidad te convierte en una persona
generosa y te abre todas las puertas. El amor es generoso. El miedo es
egoísta; sólo se ocupa de uno mismo. El egoísmo cierra todas las
puertas.
El amor es incondicional. El miedo está lleno de condiciones. En el
camino del miedo, te amo si permites que te controle, si eres bueno
conmigo, si te ajustas a la imagen que he creado de ti. Construyo una
imagen de cómo deberías ser, y dado que no eres y nunca serás como esa
imagen, te juzgo por esa razón y te declaro culpable. En muchas
ocasiones, incluso llego a sentirme avergonzado de ti porque no eres
lo que yo quiero que seas. Si no te ajustas a la imagen que yo he
creado, me avergüenzas, me enfureces, no tengo la menor paciencia
contigo. Sólo finjo ser amable. En el camino del amor no hay ningún
<<si>>; no hay condiciones. Te amo sin que hayan razones ni
justificaciones de por medio. Te amo tal como eres y eres libre de ser
tú mismo. Si no me gusta tu manera de ser, entonces será mejor que
busque a alguien que sea como a mí me guste. No tenemos el derecho de
cambiar a nadie y nadie tiene el derecho de cambiarnos a nosotros. Si
cambiamos será porque nosotros queremos cambiar, porque no queremos
seguir sufriendo.
La mayoría de la gente vive su vida entera en el camino del miedo.
Aguanta una relación porque siente que tiene que hacerlo. Mantiene una
relación con todas esas expectativas respecto a su pareja y respecto a
sí misma. Y el origen de todo ese drama y ese sufrimiento está en..."
La maestría del amor, Dr. Miguel Ruiz
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