viernes, agosto 19

El viaje (parte I)

Tomé mi bastón del suelo, un enorme palo de cedro, de forma irregular, del
doble de mi tamaño, que me servía como apoyo al caminar. Ajusté mi valija,
sujetándola fuerte a la espalda. Estaba en la cima de una montaña llena de
pasto, el cielo se encontraba nublado, el aroma a humedad se percibía y todo
mi horizonte estaba lleno de árboles y montañas. Cerré mis ojos, pedí fuerza
para el viaje que emprendería. Por primera vez en mi vida, estaba solo.

Me adentré en el bosque, las gotas que se resbalaban de las hojas de los
árboles caían en mi rostro, refrescándome y dándome ánimos para seguir.
Mientras caminaba silbaba una melodía, pues era la única manera de distraer
a mis miedos de la vida salvaje. No sabía cuanto tiempo duraría esta
aventura, pero me reconfortaba saber que encontraría a mi maestro.

Cansado, me senté bajo la sombra de un árbol, su tronco húmedo refrescaba el
aire que circulaba por el bosque. Puse la valija entre mis piernas, deshice
el nudo y mordí agradecido una manzana que había recogido en el trayecto.
Sentir el divino sabor de la manzana, esa sensación en la lengua, era para
mí un lenguaje con el cual Dios a través de la naturaleza se comunicaba
conmigo. Era como si me murmurará al oído hermosos sonidos que sólo mi alma
y espíritu sabían su significado. Algo que aprendí de mi padre, fue
disfrutar cada alimento que pasará por mi boca, pues eso me daba la energía
para seguir vivo y tenía que estar muy agradecido por ello. "El alimento es
sagrado", me decía mi padre siempre que comíamos.

Decidí dormir un rato, puse varias hierbas entre ellas tabaco a mí alrededor
en forma circular, para que me protegieran de los bichos y animales que
había rondando por el bosque. Fue difícil concebir el sueño. Al fin cuando
logré escapar de la realidad y entrar a mi propio mundo, me encontré debajo
de una enorme cascada en medio del espacio, no hacía ningún sonido, y lo más
extraño es que el río que formaba, atravesaba el espacio de manera infinita.
Una voz dentro de mí, decía que debía meterme al río. Pero por alguna razón,
el río de corriente tranquila, me daba miedo y me quedaba en la orilla.
¿Por qué no entras en él? – me preguntó una voz, muy tranquila, que estaba
detrás de mí-, acaso ¿tienes miedo a lo que se encuentra al final del río?.
Sorprendido, giré de inmediato buscando un rostro, y ante mí sorpresa, sólo
seguía habiendo vacío.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

WHAT HAPPENED TO VIAJE PART II?

HEY JUST WANNA 2 SAY HI :)

Ulises Saldana dijo...

ednaa! :), hii!!, soon pretty soon! :P